jueves, 22 de diciembre de 2011

En busca del hombre V

Aún así, ese ser nacido de mujer, inconsciente de su realidad e inmerso en la única que conoce, viviría una existencia como humano incompleta. Miles de años de evolución han configurado la idiosincracia del ser humano tal y como lo conocemos hoy día. Circunstancias tanto internas como externas que no afectarían a esa criatura llegada de fuera, que traería sus propios rasgos producto de la misma realidad de la que procede, aunque pudiera permancer inconsciente de ello.


Imagine, si siéndolo de esa manera y proviniendo de una raza más evolucionada, con valores y principios éticos y morales, necesariamente, muy superiores; ese ser quedaría inmerso en la contradictoria realidad que abarca la totalidad del ser humano, donde todo cabe en los extremos más radicalmente opuestos de todo aquello que le concierne. Un ejemplo de ello, sería la capacidad de amar y odiar, en el sentido más amplio del significado de la palabra y en un mismo individuo hacia diferentes personas y en un mismo momento. Contradicciones, todas ellas, incomprensibles para cualquier ser proveniente de un lugar donde por seguro han sido superadas obligatoriamente, en la propia evolución y supervivencia de cualquier raza inteligente.     

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